Érase una vez que se era, como todas las cosas que existen y existirán, un niño que quería contemplar las estrellas. Pero su ciudad tenía muchas luces y era muy difícil distinguir la luz de los astros. Así que decidió preguntar al sabio más sabio del lugar qué podía hacer para las estrellas contemplar.
El sabio más sabio, que sabia (y astrónoma) resultó ser, al pequeño respondió: Si las estrellas quieres admirar, al lugar más alto y alejado tendrás que viajar, lejos de luces y ciudades, y cerca del cielo has de buscar.
Y el niño cogió su mochila y comenzó a caminar. Tras mucho deambular, huyendo de zonas pobladas y farolas cegadoras, una alta montaña logró encontrar (cerca de una ciudad que una Ley del Cielo acababa de aprobar, protegiendo así los cielos de la noche como bien universal).
Subió, subió y subió, en su cima acampó y las estrellas, finalmente, pudo mirar y requetemirar… Sin embargo, pronto advirtió algo que le comenzó a inquietar.
¿Qué era ese movimiento, esa variación, ese… titilar? ¿Cómo es posible que su brillo cambie y no pueda verlas sin más?
El niño desanduvo lo andado y a la sabia volvió a preguntar.
¿Por qué veo las estrellas arrasadas por un temblor? ¿Por qué titilan, señora? ¿Es el frío, es el amor?
No, pequeño aventurero. Las estrellas no padecen por el frío, ni es una enfermedad, ni un sentimiento exaltado… Lo que pasa es que la atmósfera, te quita la claridad. Es como si quisieras, en el fondo de una piscina, un objeto contemplar. Verías deformaciones, porque el agua en medio está. Pues la atmósfera es lo mismo. Nos protege de mil cosas… pero al mirar hacia arriba, emborrona el panorama.
¿Y cómo, preguntó el niño, lo puedo solucionar?
Ay, pequeño aventurero. Voy a intentarlo explicar… Necesitas a ingenieros que te puedan ayudar. La luz que llega del cielo tiene un dibujo al llegar. Cuando choca con la atmósfera, pues se empieza a deformar. Se llama frente de onda, y aunque nos llega alterado, se puede recuperar. Puedes con exactitud calcular todos los cambios, y con un espejo blando, compensar la variación, haciendo que nuestra imagen vuelva a tener precisión. Muchas veces por segundo calculamos y apretamos este espejo deformable para que el frente de onda esté de nuevo aceptable. Con esta tecnología, tendrás tu luz impoluta.
Me parece impresionante que con la tecnología podamos ver lo que el cielo, travieso, nos desdibuja. ¿Cómo se llama esa técnica?
Pequeño, buena pregunta. Es óptica adaptativa. Con esto, un telescopio y un instrumento, ya te puedes ir contento.
Qué cosas, cómo se alían ciencia con tecnología.
Y así, nuestro niño inquieto, siguió contemplando astros, sabiendo que el titilar es solo un guiño del cielo.